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La Specialisterne Foundation es una fundación sin ánimo de lucro que tiene como objetivo crear empleo para un millón de personas con autismo/neurodivergentes a través del emprendimiento social, de la implicación del mundo empresarial y de un cambio global de mentalidad.

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Género, mujeres autistas y mercado laboral

Oct 14, 2022

Antes de encarar el tema central de este artículo, debemos hacer algunas consideraciones acerca del género.

Seguro que muchas personas autistas que lean estas líneas se habrán preguntado miles de veces: ¿Qué significa exactamente ser mujer? ¿Tiene que ver con características performativas (es decir, con cómo actuamos en la sociedad) o con algo inherente al propio ser? ¿Y qué implica ser un hombre? ¿Las categorías “hombre” y “mujer” son simplemente construcciones sociales y, por lo tanto, susceptibles de ser deconstruidas, o  hay algo más detrás de los roles de género?

Yo y mi entorno nos hacemos constantemente estas preguntas, y todo por una sencilla razón: las personas autistas solemos tener una relación particular con el género. En general, las normas impuestas desde “afuera” (es decir, las fórmulas convenidas por la sociedad) nos pueden resultar confusas, carentes de sentido, sin un propósito claro. No entendemos que el contacto visual tenga tanta importancia (escuchamos mejor mirando fijamente hacia otro lado), y la charla banal nos aburre soberanamente. Además, en cuanto al género, solemos cuestionarnos por qué se asocian juguetes o tipos de ropa a una categoría concreta (hombre o mujer), por qué debemos actuar de maneras diferentes si hemos nacido con unos genitales u otros, o por qué la familia nuclear cisheterosexual monógama tradicional es la única (y la mejor) posible. En definitiva, muchos de nosotros percibimos el género como un espectro, en detrimento de una concepción binaria que puede resultarnos desactualizada o carente de toda lógica.

Las convenciones sociales lo abarcan prácticamente todo, y para los neurotípicos parece relativamente fácil (con excepciones, obviamente) acatarlas, asumir que el género se define por una serie de reglas más o menos rígidas y actuar conforme a ellas. Pero para las personas autistas (al menos, las que yo conozco) es mucho más complicado encontrarle un sentido a todo esto e integrarlo como parte del propio ser. Por ello, es mucho más frecuente que la población autista forme parte del colectivo LGTBIQ+ y/o que tenga una relación particular con el género. Incluso hay activistas que han acuñado el término de “autigénero” para explicar cómo se interrelacionan ambos conceptos en ciertas personas autistas (su forma de ver el género no puede separarse de su autismo, y viceversa), o de “masking de género”, que hace referencia a nuestro esfuerzo de performar una serie de actitudes masculinas o femeninas (según el caso) para adaptarnos mejor a la sociedad.

 

El rol de la mujer en la sociedad

Tal y como se puede inferir del apartado anterior, en este punto no voy a hablar solo de mujeres cis; hablaré también de mujeres trans, bisexuales, andróginas, no binarias, lesbianas butch o femmes, y de todo lo que se aleje de lo más puramente normativo y estándar. No debería tener que hacer este inciso, pero muchas veces se da por hecho que las únicas mujeres existentes son las cisheterosexuales blancas, cuerdas, de clase media-alta y neurotípicas. Y debemos ampliar ese foco para encontrarnos con mujeres que, por ejemplo, no se pueden permitir un diagnóstico (al tener un nivel socioeconómico bajo; por ello, desde el activismo autista reivindicamos la validez del autodiagnóstico), o que no son visibles porque apenas salen de la cama por su sufrimiento psíquico (mujeres psiquiatrizadas, por ejemplo), o que tienen una identidad de género disidente y, por lo tanto, poco acorde a la norma.

No obstante, al no poder abarcarlo todo, me centraré solo en las personas percibidas como mujeres por la sociedad. Desde pequeños, aprendemos que las mujeres deben ser respetuosas, obedientes, complacientes, cuidadoras, con un alto sentido de la responsabilidad, serias y educadas; incluso está bien visto que las mujeres sean más bien tímidas, poco ruidosas, con iniciativa pero hasta cierto punto (no demasiado competitivas, que no perturben las jerarquías de poder), perfeccionistas y ordenadas. Pero aquí ya empiezan los problemas para las mujeres TEA, en ambas direcciones: es muy frecuente el infradiagnóstico, o llegar al diagnóstico en la edad adulta (si la mujer en cuestión encaja en ese perfil de persona obediente, tímida y con pocos amigos; nadie se alarma por ella ni sospecha que esté en el espectro, porque tiene una actitud “normal”, la que se espera de ella según su género), pero, por otro lado, también es muy habitual el masking (para encajar en ese perfil de mujer perfecta que, inconscientemente, percibimos como el ideal, el deseado por todos).

Tanto el infradiagnóstico como el masking tienen consecuencias nefastas para las mujeres. Al final, tratando de adaptarnos a un mundo que percibimos hostil, podemos desarrollar trastorno por estrés postraumático, ansiedad patológica, fobia social, un perfeccionismo extremo o trastornos de la conducta alimentaria, entre muchas otras condiciones. Esto se sumará, además, a características propias del TEA: nuestra rigidez cognitiva, nuestra literalidad en la comunicación, nuestra ingenuidad (somos más propensas a sufrir abusos y negligencias por parte de profesionales y compañeros) o nuestro fuerte sentido de la justicia y la moralidad (que nos puede generar problemas a la hora de tomar decisiones poco éticas en el trabajo), entre muchas otras. Hay que remarcar que esto son generalizaciones, ya que no hay dos mujeres autistas iguales, pero seguro que muchas de nosotras nos vemos reflejadas en uno o más de los puntos mencionados anteriormente.

Por otro lado, es muy frecuente que nuestras particularidades se vean como fallos individuales, anomalías a reconducir, defectos que sanar (en algunas terapias, por ejemplo, se ha forzado durante años a personas autistas a mirar a los ojos, en vez de respetar la diferencia). Y, en lugar de buscar una inclusión forzada, de intentar integrarnos en una sociedad capacitista que quiere borrar nuestras capacidades únicas para asumirlas en una normalidad única y universal, deberíamos cambiar el foco y simplemente aprender a convivir, respetando las particularidades de cada uno.

 

¿CÓMO SOBREVIVIR AL MERCADO LABORAL? 

Es probable que, debido a nuestro pasado (que muchas veces incluye bullying y el infradiagnóstico ya mencionado, sumado a otras negligencias), así como a las exigencias del mercado laboral (extremadamente competitivo, y que premia a la persona más carismática y más capaz social y comunicativamente, capacidades que suelen ser difíciles de asumir para las mujeres TEA), acabemos desarrollando ansiedad e incluso depresiones severas, por ese intento constante de encajar en la norma e intentar actuar según lo que se espera de nosotras.

 En la misma línea, es frecuente en las mujeres TEA el agotamiento tras socializar en reuniones de trabajo, los meltdowns e incluso burnouts por exceso de masking, la sobrecarga por estímulos, la tendencia a buscar una aprobación constante por parte de compañeros y superiores, la sensación de tener que fingir un papel o de interpretar un personaje para encajar (porque vemos que el hombre extrovertido de la oficina siempre triunfará más que nosotras, a pesar de trabajar muchas más horas que él y de entregar informes perfectos, detallados y sin ningún error), la intuición de que el mercado laboral se rige por la competición, las mentiras, las apariencias, la capacidad de pasar por encima del otro o de tener aptitudes comerciales, y la intuición aún más abrumadora de que el mercado laboral debería ser otra cosa; un mundo infinito de posibilidades, un mundo que premiara también a las personas menos carismáticas, a las neurodivergentes, a las que se esfuerzan cada día para hacer su trabajo lo mejor posible. Pero solemos sentir mucha frustración porque vemos que aún queda mucho camino por recorrer para llegar a eso.

 Por último, nos queda hacernos una pregunta: ¿cómo podría ser una mujer autista en un entorno laboral seguro, con compañeros que la quieren, la respetan y la comprenden? Dependerá mucho de la personalidad y el carácter de cada una, pero solemos prestar mucha atención a los detalles, ayudar a los demás, trabajar incansablemente si creemos en aquello que estamos haciendo, luchar contra las injusticias, ser nobles, leales y honestas. Pero os invito a conocer a cada una de nosotras individualmente y descubrir todo el potencial que, en muchas ocasiones, no habremos podido mostrar al 100%.

 

(Artículo de Montse Bizarro, Specialisterne España).