Cuando hablamos de accesibilidad, solemos pensar en adaptar entornos para personas con problemas de movilidad física: poner rampas en accesos a viviendas, habilitar ascensores para recorrer diferentes plantas de edificios sin usar escaleras, instalar barandillas en puntos complicados de un recorrido para ayudar a los desplazamientos, etc.
Sin embargo, y a pesar de que aún queda mucho camino por recorrer para hacer efectiva una accesibilidad física universal, hay otros tipos de impedimentos menos conocidos que los obstáculos físicos o logísticos de los entornos: las barreras sensoriales y cognitivas. En este artículo nos centraremos en la accesibilidad cognitiva ya que esta, muchas veces, incluye también consideraciones sensoriales -la comprensión de entornos o tareas y la percepción de estímulos se interrelacionan constantemente- y, además, es extremadamente útil para ayudar a personas con autismo en el trabajo o en sus rutinas diarias.
Podríamos definir la accesibilidad cognitiva como las características de los entornos, procesos, actividades u objetos que permiten su fácil comprensión, la comunicación entre las diferentes partes y su usabilidad por parte de las personas. Vemos, pues, que este tipo de accesibilidad alude directamente a la cognición, a la mente, a las diferentes estrategias y métodos que tenemos los seres humanos para enfrentarnos a una tarea nueva, un ambiente desconocido o un proceso abrumador que requiera de nosotros -las personas neurodivergentes, entre otras- un sobreesfuerzo o un desgaste mental que empeora nuestra calidad de vida.
Algunos ejemplos de grandes desafíos cognitivos para personas autistas podrían ser: hacer frente a cirugías sin ningún tipo de anticipación o explicación del proceso por parte del médico; leer textos excesivamente técnicos, con abundancia de subordinadas, inferencias y lenguaje metafórico o figurado; orientarse por el interior de edificios sin mapas que estructuren las diferentes salas y sin apoyos visuales, etc.
Para facilitar nuestro desempeño en estos retos, algunas de las propuestas de la accesibilidad cognitiva incluyen diseños de exteriores e interiores sencillos de decodificar y comprender, sistemas de señalización -a través de pictogramas, por ejemplo-, técnicas de lectura fácil, apoyos para la comunicación o sistemas para ayudar en la anticipación, rutinas o gestión de la incertidumbre. Debemos recordar, además, que la accesibilidad universal es un derecho de todas las personas, y, por lo tanto, los organismos públicos y privados- deberían conocer estas premisas básicas para garantizar que se cumplan las necesidades de las personas autistas.
Diseño wayfinding
Dentro de la accesibilidad cognitiva, el diseño wayfinding es una disciplina dirigida a planificar, diseñar y aplicar sistemas de orientación en entornos físicos -fundamentalmente urbanos-, con el objetivo de mejorar la legibilidad de los espacios y la navegación por la ciudad. Debido a las diferencias cognitivas de las personas autistas, es probable que percibamos los diferentes ambientes de manera distinta respecto a la población neurotípica y, por lo tanto, es obvio pensar que también necesitaremos reglas y apoyos distintos -ni mejores ni peores- para transitar por las ciudades con paz y tranquilidad, sin agobiarnos por la poca precisión de ciertas coordenadas de planos o de cambios imprevistos que no se contemplan en los mapas de una ruta concreta.
Los sistemas de accesibilidad wayfinding pretenden ser predecibles, inclusivos, intuitivos, flexibles. Se actualizan constantemente, según las alteraciones que se van sucediendo en el espacio urbano, y representan la diversidad de toda la población; de esta manera, los impulsores de estas técnicas de orientación intentan diseñar apoyos físicos o digitales -mapas, pictogramas informativos, diferentes tipos de planos, rutas temáticas, dibujos específicos para representar elementos naturales, explicaciones de procesos en forma de viñetas, etc.-
Entornos amigables con el autismo
Algunos de los principios wayfinding son útiles para una gran cantidad de neurodivergencias, pero podemos ahondar aún más en otro tipo de ayudas si nos referimos específicamente al autismo y a su idiosincrasia particular a la hora de relacionarse con diferentes entornos, tanto conocidos como desconocidos.
En una parada de autobús, por ejemplo, es probable que una persona autista sienta cierta incomodidad y se plantee una serie de dudas: “¿Cuándo pasará exactamente el siguiente bus? ¿Irá demasiado rápido y no podré pararlo? ¿Por qué las pantallas que indican la frecuencia de paso no funcionan? ¿Qué ocurrirá si el conductor modifica el trayecto a medio camino? ¿Las personas que esperan junto a mí respetarán el turno de llegada a la parada para entrar en el bus o se colarán antes que nadie para elegir el mejor asiento? ¿Habrá demasiada gente en el interior y no podré sentarme?” Entre muchas otras dudas.
Obviamente, es prácticamente imposible eliminar la incertidumbre, diseñar sistemas para anticiparlo absolutamente todo o señalizar itinerarios con una precisión milimétrica, pero sí que existen técnicas para reducir los estímulos molestos, evitar sobrecargas sensoriales y cognitivas, estructurar y anticipar situaciones complicadas, y, en definitiva, ayudar a las personas autistas a mentalizarse y prepararse para afrontar una situación difícil. Para ello, hay que respetar las particularidades sensoriales, crear entornos predictivos y claros -anticipar novedades, cambios, días festivos o atípicos, momentos de break-, simplificar el lenguaje -usar un tono preferiblemente lento y no demasiado fuerte, con pocas metáforas, y asegurarse de haber captado la atención antes de hablar-, estructurar el espacio y el tiempo de ciertas actividades, respetar el pensamiento visual -ideogramas, pictogramas, viñetas de cómic, etc.- y compensar problemas de generalización.
Profundizando un poco más en el lenguaje, es recomendable usar técnicas de lectura fácil para transmitir informaciones de forma escrita. Este sistema consiste en una serie de pautas y recomendaciones de redacción de textos, diseño y maquetación de documentos para hacer accesibles ciertos conocimientos a personas con dificultades de comprensión lectora -entre ellas, muchas personas autistas-. Un texto en lectura fácil, a grandes rasgos, debe contener un vocabulario sencillo, frecuente y familiar, una morfología y sintaxis simples, pocas inferencias, lenguaje literal -no figurado- y no pedir demasiados conocimientos previos al lector, ni tampoco una gran capacidad memorística.
Accesibilidad cognitiva en el trabajo
¿Cómo se sentirá segura una persona autista en el edificio de su lugar de trabajo? No hay una respuesta única debido a que todos somos diferentes, pero sí que hay unas reglas generales: eliminar los estímulos distractores -persianas moviéndose, radiadores ruidosos, temperaturas extremas o poco agradables-, dividir los espacios según su función -en la sala A, por ejemplo, los trabajadores dedican su tiempo a desayunar y charlar, y en la sala B pueden elaborar sus proyectos-, evitar colores estridentes o reflectantes para los suelos o paredes -preferiblemente, usar colores pastel-, respetar el espacio personal -las aglomeraciones suelen agobiarnos-, usar sistemas de aislamiento acústico si es necesario -para reducir el exceso de ruido de la calle-, eludir el uso de patrones tipo puzzle u otros tipos de combinaciones fraccionadas en suelos y paredes, usar colores distintos para diferentes plantas, o utilizar etiquetas o post-its para recordar de forma visual dónde se guardan ciertos elementos.
En cuanto al tiempo, la predictibilidad es imprescindible; sería recomendable anticipar cuándo ocurrirá algo y en qué secuencia, representar conceptos abstractos de forma visual, indicar la duración de una actividad con pictogramas o mediante el uso de timbres y temporizadores visuales, utilizar agendas -con dibujos, símbolos y otros iconos- para organizar las actividades a realizar en diferentes días, establecer rutinas -evitar, en la medida de lo posible, la improvisación, los cambios repentinos, las ambigüedades o explicaciones poco claras de plazos de entrega-. Es muy posible que, si se cumplen muchas de estas premisas, la persona autista se sienta mucho más cómoda y confiada en su lugar de trabajo y sea capaz de sacar a la luz todo el potencial que lleva dentro.
Artículo de Montse Bizarro, colaboradora de Specialisterna España.
BIBLIOGRAFÍA
Formación “Validadores en lectura fácil y entornos accesibles”, una iniciativa de Confederación Autismo España, Universidad de Sevilla y Cátedra de Autismo, e impartido en el Campus Autismo de Autismo España.
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